El tipo iconográfico del Cristo yacente está tan unido a la producción del escultor Gregorio Fernández que prácticamente no existe un Cristo de este tipo en la mitad septentrional de España, datado en la primera mitad del siglo XVII, que no se le haya atribuido en algún momento. Lo cierto es que se puede considerar de su mano alrededor de una docena, y sabemos que hubo al menos otro que no se ha conservado, hecho para los franciscanos de Arántzazu en Guipúzcoa.