"El árbol solitario" es una de las sorpresas de Caspar David Friedrich. Pero, ¿qué tiene de especial la imagen? La composición es clara. En el centro se encuentra un viejo roble nudoso. Forma el núcleo vertical dominante de la pintura, en el cual el espectador enfoca inmediatamente su mirada. Solo más tarde, como la segunda capa horizontal detrás, percibe los prados de color pastel, las montañas y el cielo brillando en el fondo. Una vez que sus ojos se han acostumbrado al colorido, comienza a grabar detalles.