domingo, 19 de octubre de 2025

Retrato de una dama - Rogier van der Weyden

Retrato de una dama (o Retrato de una mujer) es una pequeña pintura al óleo sobre tabla de roble realizada hacia 1460 por el pintor flamenco Rogier van der Weyden. La composición está integrada por formas geométricas que modelan las líneas del velo, el cuello, el rostro y los brazos y por una iluminación que modela su faz y su peinado. No se conoce la identidad de la dama.

Van der Weyden se mostró preocupado por los retratos hacia el final de su vida,​ género en el que fue muy reconocido por las generaciones posteriores de pintores por las profundas evocaciones de la personalidad del retratado que muestran sus pinturas. En esta obra, la humildad y maneras reservadas de la mujer están expresadas por su frágil físico, sus ojos bajos y los dedos fuertemente apretados.​ Es esbelta y se muestra de acuerdo con el ideal gótico de facciones alargadas, indicado por sus estrechos hombros, su cabello firmemente prendido, la amplia frente rasurada y el elaborado peinado.

Si bien el autor no se adscribe a las convenciones de idealización de la época, generalmente busca favorecer a sus modelos. Les muestra vestidos con ropas elegantes y con frecuencia con rasgos faciales suavizados, que en ocasiones se desvían de la representación natural. Van der Weyden adoptó su propia estética y sus retratos de mujeres muestran muchas semejanzas entre sí.

Desde 1937 la pintura se conserva en la National Gallery of Art de Washington D. C.Estados Unidos. Ha sido descrito como «el más famoso de todos los retratos de mujeres de todas las escuelas».

Composición

La mujer, que probablemente está a finales de la adolescencia o a principios de los veinte, es mostrada de medio cuerpo y en tres cuartos de perfil, colocada contra un fondo liso de color azul verdoso intenso. 

El fondo es plano y carece de la habitual atención al detalle en las obras devocionales de van der Weyden. Como su contemporáneo Jan van Eyck (c. 1395-1441), cuando trabajaba en retratos, utilizaba planos oscuros para centrar la atención en la modelo.

​No es hasta que aparece el trabajo de Hans Memling (c. 1435-1494), un discípulo de van der Weyden, que un artista flamenco ubicará un retrato en el exterior o con un paisaje de fondo.​ 

En este trabajo, el escenario monócromo permite al espectador centrarse en la cara de la mujer y en su sereno autodominio.​ Van der Weyden reduce su enfoque a cuatro funciones básicas: el tocado, el vestido, la cara y las manos de la mujer. El fondo se ha oscurecido con los años; es probable que los ángulos creados por el hennin y el vestido de la modelo fueran alguna vez mucho más nítidos.

La retratada lleva un elegante vestido negro escotado, que responde al estilo borgoñón y enfatiza el ideal estético del gótico.

​Su vestido está ajustado en la cintura por un ancho ceñidor rojo. El hennin de color ante está cubierto por un velo transparente que cae sobre sus hombros. El detallismo en la representación del vestido —donde incluso se aprecian los alfileres para fijar la posición del velo— es un rasgo típico de van der Weyden.

El rostro está delicadamente iluminado, sin contrastes tonales fuertes en la piel. La cara es alargada, con cejas y pestañas depiladas, y el pelo afeitado y recogido, lo cual crea la sensación de frente muy alta que estaba de moda.

Según el historiador Norbert Schneider, en el siglo XV los velos eran llevados como señal de modestia, ocultando la sensualidad de la carne. Pero en esta pintura el velo tiene justo el efecto contrario, pues enmarca su rostro y dirige la atención a su belleza.

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Detalle del retrato que muestra las manos cruzadas y el cinturón de color rojo

Las manos están cruzadas como si estuvieran en oración, y se sitúan en un lugar tan bajo de la composición que parecen descansar sobre el marco. 

Las mangas del vestido cubren las muñecas. Los delgados dedos están minuciosamente trabajados, y repiten la estructura piramidal de la parte superior del cuadro.

En contraste con sus relativamente extravagantes ropas, sus ojos miran hacia abajo en gesto de humildad. Se logra la expresión piadosa gracias a motivos recurrentes en la obra de van der Weyden. 

Su nariz y sus ojos son alargados, y el labio inferior se agranda por el uso del color y un acabado pronunciado.

 Algunas líneas verticales alrededor de estos rasgos son remarcadas, mientras que sus pupilas se agrandan y las cejas se levantan ligeramente.

 A su vez, el contorno del rostro resalta de forma ligeramente abstracta,​ y se salta las convenciones espaciales en las representaciones humanas del siglo XV.​ Esta metodología fue descrita por el historiador de arte Erwin Panofsky: «Rogier se concentraba en ciertos aspectos destacables —tanto desde el punto de vista fisiológico como psicológico— que expresaba principalmente mediante las líneas».​ 

Su frente alta y la boca se considera que sugieren una naturaleza intelectual, ascética y vehemente al mismo tiempo que «simbolizan un conflicto pendiente en su personalidad».​ Panofsky se refiere a esto como una «excitabilidad latente».​

La modelo es desconocida, aunque algunos historiadores de arte han especulado sobre su identidad. A principios del siglo XX, el escritor Wilhelm Stein sugería que podría ser Marie de Valengin por la similitud de los rasgos faciales, la hija ilegítima de Felipe III de Borgoña.

Sin embargo, esto es una especulación sin un buen apoyo.​ Debido a que sus manos se muestran como si se apoyaran en el marco de la pintura, los historiadores de arte aceptan de una manera general que, más que un trabajo devocional, se trata de un retrato independiente.

Fuente Wikipedia

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