La combinación de un tema sentimental con un acabado muy pulido en las pequeñas escenas de género de Brown en las que representa a golfillos urbanos reflejan su convicción de que la belleza tenía una capacidad de persuasión moral. «Un cuadro puede y debe enseñar», escribió, «puede y debe ejercer una influencia moral». Tomó sus personajes de las calles de Nueva York, pero les limpió la cara, idealizó sus formas y los colocó en tableaux narrativos que pintó como si se tratara de una superficie pulida.