Obra cumbre de la pintura de historia del siglo XIX que marcaría la decisiva transformación de este género en España, este celebérrimo cuadro fue presentado por Rosales a la Exposición Nacional de 1864, donde sería premiado con una primera medalla, que supuso el reconocimiento de su autor en los círculos artísticos oficiales y una verdadera convulsión para los pintores españoles de su generación.