martes, 26 de agosto de 2025

La gran ola de Kanagawa - Katsushika Hokusai


La gran ola de Kanagawa, literalmente 'Bajo una ola en altamar en Kanagawa', también conocida simplemente como La ola o La gran ola, es una obra de una estampa japonesa del pintor especialista en ukiyo-eKatsushika Hokusai, publicada entre 1830 y 1833,​ durante el período Edo de la historia de Japón.

Esta estampa es la obra más conocida de Hokusai y la primera de su famosa serie Fugaku sanjūrokkei ('Treinta y seis vistas del monte Fuji'),​ además de ser la estampa más famosa de su género así como una de las imágenes más conocidas en el mundo.​ Del molde utilizado se realizaron varios miles de copias, muchas de las cuales llegaron a manos de coleccionistas europeos. A partir de la década de 1870 la estampa se volvió muy popular entre artistas y coleccionistas franceses.

Varios museos conservan ejemplares de la obra, como el Museo Guimet, el Museo Metropolitano de Arte, el Museo Británico, la Biblioteca Nacional de Francia y el Museo Nacional de Artes Decorativas de Madrid, generalmente provenientes de colecciones privadas del siglo XIX de estampas japonesas.

Contexto

El arte del ukiyo-e

Estampa de Hishikawa Moronobu, uno de los primeros maestros de ukiyo-e.

El ukiyo-e ('pinturas del mundo flotante') es una técnica de estampa japonesa, muy popular durante el período Edo de la historia de Japón. La técnica de grabado a partir de planchas de madera se introdujo en Japón en el siglo VIII procedente de China y se utilizó a partir de ese momento principalmente en la ilustración de textos budistas.​ A partir del siglo XVII esta técnica se comenzó a emplear para ilustrar poemas y romanceros.​ Es durante esta época cuando surge propiamente el estilo del ukiyo-e, el cual reflejaba la vida e intereses de los estratos más bajos de la sociedad: comerciantes, artistas y rōnin, quienes estaban desarrollando su propio arte y literatura en zonas urbanas, como Edo (hoy Tokio), Osaka y Sakai, en un movimiento que se conocería posteriormente como ukiyo, el mundo flotante.

Fue el novelista Asai Ryōi quien en el año de 1661 definió al movimiento en su libro Ukiyo-monogatari: «viviendo solo para el momento, saboreando la luna, la nieve, los cerezos en flor y las hojas de arce, cantando canciones, bebiendo sake y divirtiéndose simplemente flotando, indiferente por la perspectiva de pobreza inminente optimista y despreocupado, como una calabaza arrastrada por la corriente del río».

Cortesana tocando el shamisen, de Isoda Koryusai, c. 1785.

Gracias a movimientos como la literatura ukiyo y los grabados, los ciudadanos comenzaron a tener más contacto con los movimientos artísticos. Fue entonces alrededor de la mitad del siglo XVII cuando los artistas empezaron a reflejar las ocurrencias diarias del kabuki, de los festivales y viajes, y de los yūkaku (distritos rojos de la época). Aquellas obras relacionadas con los viajes dieron lugar a guías turísticas que describían lo más destacado tanto de ciudades como del campo.​

Alrededor de 1670, surgió el primero de los grandes maestros del ukiyo-eHishikawa Moronobu.​ Moronobu comenzó a reproducir grabados de una sola hoja en donde representaba flores, pájaros, figuras femeninas y escenas eróticas, del tipo conocido como shunga. Este tipo de grabados eran realizados en negro sobre papel blanco, y el artista posteriormente debía añadir a mano los distintos colores. A finales del siglo XVIII se desarrollaron las técnicas necesarias para la impresión de diseños polícromos,​ conocidos como nishiki-e.

Método de realización

Plancha utilizada para imprimir estampas ukiyo-e.

Los dibujos de ukiyo-e, llamados en japonés nikuhitsu ukiyo-e, eran obras únicas que realizaba el pintor con pinceles directamente sobre papel o seda. Estos dibujos permitían ver la obra final en su totalidad, aunque salvo la forma de las líneas y el arreglo de color, se perdían durante el proceso.​ Posteriormente el artista, llamado eshi, llevaba la obra a un horishi, o grabador, quien pegaba el dibujo sobre un panel de madera, generalmente de cerezo,​ y eliminaba todo al ir tallando cuidadosamente el panel para formar un relieve con las líneas del dibujo.​ 

Finalmente, ya con las planchas necesarias (usualmente se utilizaba una por cada color necesario),​ un surishi, o impresor,​ llevaba a cabo el trabajo de impresión colocando el papel de estampación sobre las consecutivas planchas. La impresión se realizaba frotando una herramienta llamada baren sobre el dorso de las hojas.​ Este sistema podía producir variaciones de tonalidad en las estampas.​ De una serie de planchas podían hacerse una gran cantidad de copias, a veces contadas en miles, hasta que las planchas se desgastaban.​

Dada la naturaleza del proceso de realización, la obra final era el resultado de un trabajo colaborativo donde el pintor generalmente no participaba en la impresión de las copias.

A pesar de que en Japón no existían leyes de propiedad intelectual antes de la era Meiji, existía un sentido de pertenencia y derechos respecto a las planchas con los que se imprimían las estampas, llamadas zōhan. En cuanto a las planchas, se consideraba que el hanmoto o editor, o un hon'ya o editor que asimismo vendía los libros, era su poseedor, no el artista, por lo que tenía el derecho de hacer con ellos lo que quisiera. En algunos casos las planchas eran vendidas o cedidas a otros editores, caso en el que las planchas eran conocidas como kyūhan.

Abundando en el histórico de este arte, destaca la naturaleza de las variaciones de tonalidad de las estampas, con un marcado sentido de pertenencia y derechos respecto a las planchas zōhan.

Fuente Wikipedia

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